Los problemas de las personas hipertensas pueden aumentar en esta época por factores que deben conocerse para evitar consecuencias negativas
El verano es una época en la que el buen clima, el mayor número de horas de sol y las vacaciones derivan en que frecuentemente nos centremos, sobre todo, en disfrutar, más después de haber pasado varios meses confinados, y acabemos descuidando aspectos tan importantes como seguir los tratamientos médicos prescritos por un especialista, así como sus recomendaciones.
Una circunstancia que, en el caso de las personas que padecen de hipertensión, es de vital relevancia, ya que podría provocar un empeoramiento de su estado. Al vivir de una forma distinta durante este periodo estival se pueden encadenar una serie de situaciones que acaben provocando un descontrol de la tensión. Por ejemplo, es bastante más habitual salir a comer y cenar fuera de casa, por lo que es probable que se acaben ingiriendo alimentos con más sal de la recomendable, del mismo modo, al aumentar las salidas, también aumenta el consumo de alcohol y tabaco. Además, el ejercicio físico pasa a un segundo plano.
También hay que tener en cuenta que el calor baja la tensión arterial, porque con altas temperaturas se produce una vasodilatación que ayuda a disminuir la temperatura del cuerpo y que provoca que en verano la tensión arterial media sistólica sea de 6,8 mmhg y la diastólica, 4,4 mmgh.
Otro aspecto que afecta es la deshidratación, ya que en mayor o menor medida, en verano siempre se presenta cierto grado de falta de líquidos, porque al sudar eliminamos mucha agua de nuestro cuerpo. La deshidratación puede derivar a una hipotensión o bajada de tensión e, incluso, a la pérdida de conciencia en los casos graves. En ese sentido, hay que tener en cuenta que determinados hipotensores, como los diuréticos, aumentan el nivel de deshidratación, por lo que es recomendable reducir su consumo, generalmente a la mitad para evitar posibles mareos o pérdidas de conciencia.
Recomendaciones para hipertensos
La doctora Catheline Lauwers, jefa del Servicio de Cardiología de Quirónsalud València, recopila para Levante-EMV un total de 12 recomendaciones para mantener la hipertensión a ralla durante el periodo estival.
- Acudir a la consulta del cardiólogo. Al inicio del verano, se debe visitar al especialista para ajustar la medicación, especialmente la de los diuréticos, y valorar el destino vacacional, porque «en altura sube la tensión y en los sitios muy calurosos, baja la tensión».
- Evitar la inmovilidad. En el caso de tener que realizar vuelos de larga duración, se debe caminar cada dos horas e hidratarse para «evitar la trombosis venosa profunda, conocida como la enfermedad de la clase turista, y en algunos pacientes utilizar heparinas profilácticas para evitar la formación de trombos en las venas de las pantorrillas».
- Seguir el tratamiento. Lauwers recalca que «nuestro tratamiento médico debe ir con nosotros a todas partes».
- Evitar las horas de más calor. Hay que tener especial cuidado con las horas del mediodía, evitando exponerse al sol desde las 12:00 hasta las 18:00 horas.
- Mantener una dieta saludable. Debe incluir mucha fruta y verdura, porque son alimentos que contienen agua en abundancia, entre otras muchas bondades.
- Evitar ingerir cosas saladas en abundancia. Los alimentos salados aumentarán la tensión arterial y la retención de líquidos.
- Evitar la ingesta de grandes cantidades de alcohol. Un elevado consumo puede producir arritmias y disminuir la fuerza contráctil de nuestro corazón.
- Evitar destinos muy calurosos y elevados. Estos no deben superar los 2.000 metros de altitud por el efecto que esta circunstancia puede tener en la tensión, bajándola o subiéndola, respectivamente.
- Dormir lo suficiente. La doctora Catheline Lauwers, jefa del Servicio de Cardiología de Quirónsalud València, explica que «cuando dormimos poco aumentan las hormonas del estrés, que provocan un aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardiaca».
- Hidratarse bien. En verano es recomendable beber entre 2 y 2,5 litros de agua, siendo igualmente saludables las infusiones sin teína. Por el contrario, hay que controlar el consumo de zumos por contener azúcar. En el caso de realizar deporte, es conveniente aumentar el consumo de agua hasta los 3 litros.
- Llevar ropa ligera y muy transpirable. Es importante evitar la sudoración excesiva para no deshidratarse.
- Extremar la precaución en el caso de las personas mayores. Lauwers indica que «las personas mayores deben ser más cuidadosas con el calor porque regulan peor la sudoración y la eliminación de calorías. También tienen peores reflejos de contracción en las venas de las piernas. Además, deben de beber agua abundante y evitar el calor. En el caso de sufrir de retención de líquidos, deben ser aconsejados por su cardiólogo sobre la cantidad adecuada de agua que deben ingerir».
Síntomas a los que prestar atención en casos de hipertensión
Por las complicadas consecuencias que un empeoramiento puede tener en la salud de las personas hipertensas e hipotensas, es importante que se esté alerta ante alguno de los siguientes síntomas para poder acudir al especialista y actuar de forma precoz.
En los casos de hipotensión hay que estar vigilante ante casos de mareos, pérdida de conciencia, disminución del volumen de orina, taquicardias y palpitaciones. Mientras que en los cuadros clínicos de hipertensión hay que prestar atención a síntomas como el malestar cefáleo, dificultad respiratoria o dolor de pecho, por ejemplo.
Consecuencias del agravamiento de la hipertensión
Los aspectos como la deshidratación, una peor alimentación, la falta de ejercicio o el incumplimiento del tratamiento médico pueden acabar derivando en un empeoramiento de la hipertensión arterial (HTA), aumentando así el riesgo de enfermedades de tipo cardiovascular y cerebrovascular como ictus, infartos de miocardio e insuficiencias cardiacas o renales. Por lo que, si tenemos en cuenta que las enfermedades cardiovasculares se han convertido en la primera causa de morbimortalidad en los países desarrollados, las consecuencias de una tensión arterial descontrolada pueden ser muy graves.
La hipertensión es una presión excesivamente alta de la sangre sobre la pared de las arterias, por lo que afecta muy directamente a la salud cardiaca. De hecho, un nuevo estudio del Centro de Control y Prevención de Enfermedades Estadounidense ha desvelado que el 80 % de los accidentes cardiovasculares tienen presión arterial alta.
El infarto de miocardio se produce por una reducción o cese completo del riesgo sanguíneo en una arteria coronaria, las cuales son responsables de llevar la sangre al corazón y siempre implica una área de necrosis o cicatriz en el corazón que, según su tamaño o extensión, puede provocar que el paciente sufra síntomas de insuficiencia cardíaca por fallo de bomba. «Por este motivo», indica la doctora Eva Rumiz, especialista en hemodinámica del Hospital Quirónsalud València, «es muy importante la atención precoz del paciente. Esto implica que acuda rápidamente al servicio de urgencias ante alguno de los síntomas de alarma, así como que el centro hospitalario ponga inmediatamente en marcha un protocolo de actuación denominado código infarto, cuyo objetivo es la apertura precoz de la arteria infartada, ya que cuanto antes se realice esa apertura menor será el daño del infarto agudo de miocardio y mejor el pronóstico del paciente».
Código infarto
El Hospital Quirónsalud València ofrece la atención de código infarto desde hace más de dos años y es activado cada vez que un paciente es diagnosticado de infarto a su llegada al servicio de urgencias. Este protocolo consiste en la realización en la Unidad de Hemodinámica de un cateterismo cardiaco de manera inminente, que en el 99 % de los casos es realizado por vía radial, es decir, por el brazo y con anestesia local. «El cateterismo», explica la doctora Rumiz, «es la única técnica que nos permite visualizar de manera directa las arterias del corazón mediante la inyección de contraste y bajo control con Rayos X. De esta manera, diagnosticamos la arteria obstruida e inmediatamente se procede a su apertura y posterior colocación de un muelle denominado stent, consiguiendo restaurar el paso de la sangre de forma inmediata y con unos excelentes resultados a largo plazo para el paciente».
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