Una nueva técnica que requiere solo diez minutos para solucionar el problema
Sólo los hombres tienen próstata, una glándula situada en las vías urinarias inferiores, debajo de la vejiga, que se encarga de producir el líquido que contiene el semen. Una próstata sana tiene el tamaño de una nuez, pero éste va aumentando poco a poco a medida que el hombre envejece, según reconoce la Asociación Europea de Urología (EAU por sus siglas en inglés).
Así, las enfermedades de la próstata suelen ir asociadas al envejecimiento, pudiendo producir algunos síntomas molestos en las vías urinarias inferiores a partir de los 50. «Con mucha frecuencia dichos síntomas se deben a un Laumento de la glándula, que se conoce como hiperplasia benigna de próstata», explica esta sociedad científica.
En concreto, los doctores Santiago Bucar y Juan José Matias, directores del Servicio de Urología del Hospital El Pilar de Barcelona, perteneciente al grupo Quirónsalud, remarcan que la hiperplasia de próstata representa un crecimiento benigno de la glándula prostática, un trastorno con una alta prevalencia. «Un 50% de los hombres con edades entre los 50 y los 60 años la padecen. En aquellos con más de 80 años, el porcentaje asciende hasta el 90%. Es por tanto un trastorno que en los próximos años se espera que aumente significativamente con el envejecimiento de la sociedad».
Se trata de una afección común, según asegura la EAU, y que atiende a los cambios hormonales que tienen lugar a medida que el hombre envejece. «Las enfermedades de la próstata pueden llegar a ser muy preocupantes, pero es muy importante saber que el crecimiento prostático benigno no es cáncer de próstata, ni llega a serlo, aunque se deje sin tratar», asegura la asociación.
«Este agrandamiento de la próstata puede producir obstrucción de la vía urinaria con una serie de síntomas miccionales y complicaciones urológicas que afectan directamente a la calidad de vida de los pacientes», afirman por su parte los expertos de Quirónsalud.
Desde la Asociación Europea de Urología recuerdan que, por regla general, si padece crecimiento prostático benigno, pero no tiene ningún síntoma molesto en el tracto urinario inferior, lo normal es que no necesite fármacos o cirugía para su afección, y bastará con que el urólogo le haga un seguimiento durante los próximos meses y años, tratándolo sólo cuando sea necesario.
No obstante, en algunos casos está indicado el tratamiento farmacológico, especialmente en aquellos pacientes con síntomas urinarios secundarios a crecimiento benigno prostático, que afectan a su calidad de vida, y que no tienen de entrada una indicación de cirugía, según recalca la Asociación Española de Urología (AEU).
Los alfabloqueantes suelen ser los fármacos más indicados contra la Hiperplasia benigna de próstata, según afirma el doctor Bucar, si bien señala que este tratamiento puede presentar efectos secundarios, como la eyaculación retrógrada, al tiempo que pueden perder eficacia con el tiempo.
«Hasta hace poco la alternativa a los fármacos era la opción quirúrgica, ya sea cirugía abierta, cirugía láser o resección transuretral (RTU) de la próstata, en las que pueden existir complicaciones como la incontinencia urinaria, un sangrado que requiera de transfusión, o la disfunción eréctil y la eyaculación retrógrada», sostiene el urólogo del Hospital El Pilar.
Los beneficios de la técnica Rezum
El vapor de agua conserva las funciones sexuales
Por eso, la técnica Rezum, una terapia térmica con vapor de agua se está convirtiendo en el tratamiento de elección en cada vez más casos de hiperplasia benigna de próstata. «Además de ser un tratamiento mínimamente invasivo que se realiza de forma ambulatoria, permite conservar estas funciones sexuales que el resto de los tratamientos tanto farmacológicos como quirúrgicos pueden alterar», asegura el Dr. Bucar.
Es por ello por lo que el Servicio de Urología del Hospital El Pilar del Grupo Quirónsalud ha incorporado esta nueva técnica para el tratamiento mínimamente invasivo de la hiperplasia benigna de próstata con vapor de agua.
«Utiliza la radiofrecuencia para generar vapor de agua. Se inyecta en la próstata y, en contacto con el tejido prostático, el vapor se enfría y se condensa liberando la energía térmica almacenada. De esta forma, se provoca la necrosis celular y se reduce el volumen del tejido prostático adyacente a la uretra, solventando así los problemas ocasionados por el crecimiento de la próstata», agrega.
Al tratarse de una intervención mínimamente invasiva, los especialistas de Quirónsalud subrayan que se reducen también los riesgos asociados y los efectos secundarios, especialmente en la esfera sexual, y tan probables con el resto de los tratamientos. Según asegura el Dr. Matias, con este procedimiento se preserva la función sexual y la eyaculación normal en más del 95% de los casos, al ser menos radical que el resto de las técnicas.
«Lo máximo que puede llegar a producirse son molestias al orinar, escozor o una pequeña presencia de sangre en la orina. En todo caso se trata de efectos temporales y transitorios. Los síntomas empiezan a mejorar a partir de las dos semanas, aunque no será hasta los tres meses cuando se consigan los beneficios máximos», sostienen los directores del Servicio de Urología del Hospital El Pilar (Barcelona).
Una vez realizado el procedimiento, con mínimo riesgo de sangrado y de complicaciones, el paciente puede regresar a su casa y lo único que necesita es llevar una sonda de 3 a 7 días, que le será posteriormente retirada, detalla el experto. «Es una técnica que viene de Estados Unidos y que cuenta con la aprobación de la FDA norteamericana. No requiere de hospitalización, se realiza de forma ambulatoria en apenas 10 minutos, y con anestesia local o sedación, evitando las complicaciones de otro tipo de anestesia», añade.
Síntomas sobre los que consultar
¿Cuándo visitar al urólogo?
El doctor Bucar y el doctor Matias recuerdan cuáles son los síntomas por los que consultar con un urólogo siempre: necesidad de orinar más a menudo, tener más dificultades para vaciar completamente la vejiga, necesidad de levantarse por la noche para orinar, dificultad para posponer la micción, así como pérdidas involuntarias de orina, flujo de orina entrecortado, sensación de urgencia al miccionar, chorro de orina débil, o esfuerzo al orinar entre otros.
«Ante cualquiera de estos síntomas conviene consultarlo con un experto puesto que puede tratarse de hiperplasia benigna de próstata. En caso de que sea necesaria la consulta presencial y que haya que acudir al centro sanitario, no debemos tener miedo por la pandemia, puesto que los hospitales son seguros frente al contagio, ya que han diseñado circuitos libres del SARS-CoV-2», recuerdan los expertos del Hospital El Pilar.
Es más, celebran que las instalaciones cuentan también con acreditaciones que demuestran su cumplimiento de los protocolos más exigentes de desinfección en esta pandemia, como así lo acredita el sello ‘Applus+ Protocolo Seguro frente a la COVID-19’, con el que cuenta el Hospital El Pilar de Barcelona donde ellos trabajan.